a Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó un nuevo tratamiento para las mujeres que sufren pérdida del deseo sexual, que llega después de que en 2015 se permitiera la comercialización de una píldora también conocida como la «Viagra femenina».
La Vyleesi (bremelanotide), indicada para inyectarse al menos 45 minutos antes de la actividad sexual, recibió el visto bueno para tratar el trastorno del deseo sexual hipoactivo generalizado adquirido (HSDD, en inglés) en mujeres premenopáusicas, detalló en un comunicado la FDA.
El medicamento, según la agencia estadounidense, «activa los receptores de melanocortina», aunque se desconoce «el mecanismo por el cual mejora el deseo sexual y la angustia relacionada» con el trastorno.
Entre los efectos secundarios, la FDA mencionó náuseas, vómitos, enrojecimiento, reacciones en el lugar de la inyección y dolor de cabeza.
Vyleesi, que será distribuida por AMAG Pharmaceuticals, provocó aumento de la presión arterial después de su aplicación que se resolvió en 12 horas, explicó la autoridad, al comentar los resultados de los ensayos clínicos.
En ese contexto, advirtió que, debido a este efecto, el medicamento «no debe utilizarse en pacientes con presión arterial alta que no está controlada o en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida».
También alertó que este fármaco puede reducir significativamente los niveles de la naltrexona tomada vía oral, usada en pacientes con dependencia al alcohol o los opioides, lo que puede llevar al fracaso del tratamiento.
En agosto de 2015, la FDA autorizó que la farmacéutica Sprout Pharmaceuticals pusiera a la venta desde octubre de ese año la flibanserina, bajo el nombre comercial de Addyi.
El medicamento está pensado para ser administrado diariamente a mujeres premenopáusicas que sufran un desorden de anorexia sexual, es decir, la pérdida repentina de cualquier deseo de practicar sexo.
La aprobación de Addyi no fue tan bien recibida en la comunidad científica como entre los colectivos feministas, ya que numerosos médicos y farmacólogos pusieron en duda en ese entonces no solo los efectos del medicamento, sino la propia naturaleza del supuesto desorden sexual.