Opinión por Héctor Loya
A medida que la Inteligencia Artificial (IA) impacta la actividad económica mundial, las modalidades del trabajo, la forma en que interactuamos y nos comunicamos, aumenta su potencial para afectar los derechos de privacidad y la protección de nuestros datos personales.
La IA, en esencia, aprovecha los algoritmos de aprendizaje automático para procesar datos, facilitar la toma de decisiones autónoma y adaptarse a los cambios tecnológicos.
Los avances en Inteligencia Artificial están generando la necesidad de directrices éticas y mejores prácticas para minimizar los riesgos de privacidad. En ninguna otra esfera de actividad, las consideraciones éticas son más relevantes y urgentes que en esta disciplina.
El Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (GDPR) es la regulación de privacidad más completa del mundo, pero entró en vigor en 2016, en la era previa al advenimiento global de la IA.
Algo similar sucede en naciones como México y Estados Unidos donde las leyes federales y estatales de privacidad son regulaciones que preceden al desarrollo exponencial de la Inteligencia Artificial.
En tanto, la IA continúa expandiéndose, se ha creado un mar de inquietudes sobre la privacidad, desafiando así las reglamentaciones tradicionales de protección de datos personales.
En las Naciones Unidas se ha establecido la Oficina del Enviado del Secretario General para la Tecnología, que busca intensificar los esfuerzos para crear una capacidad mundial para el desarrollo y el uso de la Inteligencia Artificial de una manera que sea digna de confianza, basada en los derechos humanos, segura y sostenible, y que promueva la paz.
Para sortear eficazmente los retos de protección de la privacidad frente a la Inteligencia Artificial, es necesario un enfoque amplio y multifacético. Es urgente que a nivel mundial se revisen, fortalezcan y actualicen las leyes existentes a efecto de que tomen en cuenta los avances tecnológicos.
Es preciso además que, más allá de lo que hacen las grandes compañías tecnológicas y las nuevas regulaciones que están siendo debatidas a nivel global, cada uno de nosotros tome conciencia de lo que podemos hacer para proteger nuestra privacidad y datos personales.
Es importante destacar que la mayoría de los ciberataques exitosos en todo el mundo se aprovechan de alguna falla humana. Esto no sólo vale para las empresas sino también para los individuos.
Ante todo este panorama, es necesario tener más cuidado en cómo interactuamos en las redes sociales, por lo tanto, usar contraseñas más seguras que puedan ayudarnos a proteger nuestras comunicaciones personales, ser más cuidadosos en dónde navegamos en el Internet y cómo resguardamos nuestros datos e informaciones más sensibles.