Por Joel Morales/GRAND RAPIDS, MI
Cuando Brandon Ortiz-Vite y su novia Ruby García, ambos de 25 años de edad se reunieron el 22 de marzo para hablar sobre el estatus de su relación, el hispano portaba un arma oculta.
El miércoles 29 de mayo, durante la audiencia preliminar del hombre mexicano, quien se encontraba en Estados Unidos bajo el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), en la sala de justicia de la juez Angela T. Ross de la Corte del Distrito 61 en Grand Rapids, Aaron Tubergen, un sargento detective con la policía estatal y el sexto de seis personas en testificar sobre su contacto con el acusado, dijo que Ortiz-Vite le había dicho que no había planeado matarla ese día.
El sargento detective dijo bajo juramento, que el hombre mexicano también había admitido haber estado bajo la influencia del alcohol y la cocaína. También testificó que el hombre mexicano le dijo que estaba molesto porque García quería romper con él después de aproximadamente un año juntos.
Según Tubergen, la fallecida joven mujer llevaba a Ortiz-Vite a su casa después de haber discutido su relación, cuando se detuvo a la orilla de la autopista US-131, cerca de la calle Leonard NW y le ordenó que se bajara de su auto. Dijo que el hispano no quiso bajarse y que no estaba listo para terminar la conversación, y que quería solucionar sus problemas.
El oficial de la ley también dijo que Ortiz-Vite le había pedido que lo dejara en una estación de gasolina pero que García no quiso y que fue cuando la difunta sacó su teléfono celular, lo que le hizo creer que ella iba a llamar a la policía.
«Ella le pegó, él devolvió el golpe, luego tomó su arma (que tenía en la cadera) y le disparó varias veces», dijo el detective. «Luego, caminó hacia la puerta del lado del conductor y le disparó una vez más en la cabeza», agregó, lo que produjo miradas de angustia y lágrimas de varios familiares y otras personas que escuchaban los testimonios desde la galería de la corte.
El médico forense del Condado de Kent, David Start testificó que la herida de bala que recibió García a la mejilla izquierda fue la fatal, y que fue incapacitante causando una hemorragia en el cerebro que la dejó en la inconsciencia inmediata y le causó la muerte a los pocos minutos.
Otro en testificar fue Edward Donnelly, de Holland, quien manejaba por el área con su esposa y dijo que lo que le llamó la atención fue un auto estacionado al lado de la autopista.
Añadió que apareció como si hubiera pasado por encima de algo con las llantas traseras del vehículo.
«Me encendió sus luces y pasó rápidamente a mi lado, era un auto deportivo rojo», dijo el testigo. «Era difícil de ver, pero algo fue atropellado», agregó.
También testificó un agente del Departamento del Alguacil del Condado de Kent, Sarah Roberts, integrante de la Policía Estatal de Michigan y Omar Michael Zuniga, quien dijo que era amigo de la infancia de Ortiz-Vite, quien testificó que se estaba hospedando en su casa por aproximadamente un año porque no tenía donde vivir, y que la última vez que lo había visto el día de la muerte de García fue antes del mediodía cuando estaba acostado en un sofá.
El Fiscal del Condado de Kent, Chris Becker, también presentó una porción de un video de una entrevista de Ortiz-Vite por una agente de la ley al momento de su arresto y después de la llamada del hispano al 9-1-1 dentro de un vehículo policíaco, en donde el acusado mexicano admite su culpabilidad.
«Llamo porque quiero entregarme por un asesinato que cometí hace dos noches», dice en la grabación. «Estoy cooperando… No voy a abandonar la escena, voy a quedar aquí. Quiero afrontar esto», dice el acusado mexicano.
Luego se puede escuchar a Ortiz-Vite decir: «¿Puedo pedirte un gran favor, por favor? Cuando me entregue, sé que me van a matar en la cárcel. Van a intentar matarme. ¿Puedo estar en aislamiento?», pregunta.
También se le escucha decir en la grabación del video: «¿Pueden garantizar mi seguridad allí? Por favor, por favor, por favor. No quiero morir en la cárcel, ¿sabe? Sé que cometí un asesinato, pero quiero cumplir el tiempo.
Después de escuchar de los testigos, la juez Ross pronunció que mandaría el caso a juicio e impuso los cargos de asesinato grave, asesinato abierto, robo de auto (por llevarse el carro de García cuando la dejó a la orilla de la autopista por muerta), portando un arma oculta y por portar un arma de fuego.
El hombre mexicano entró a la sala del tribunal con una mirada abatida y como resignado a su destino, sus manos esposadas y sus tobillos encadenados, donde principalmente miraba hacia la mesa frente a él, excepto por unas pocas ocasiones donde escribía algo sobre una libreta, que luego le dio a una de sus abogadas.