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Es Alejandro un músico y lutier nato

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Por Roberto Espinoza / El Informador

(El Informador / USA).- En la comunidad de Huirachaca, Etchojoa, en México; un anciano de 90 años comenzó a elaborar instrumentos musicales sólo con su imaginación y amor a la música.

En medio de circunstancias difíciles y con una familia que sostener, el señor Alejandro Robles Valenzuela decidió elaborar arpas y violines, arte al que se ha dedicado por más de 69 años desde 1945. “Era un chamaco cuando empecé a hacer arpas y poco a poco comencé a tocar”, mencionó el artesano. “Un día se me clavó la idea, siempre andaba en las fiestas oyendo música y me gustaba, nomás mirando y preguntando empecé hacerlas”, agregó.

A pesar de sus problemas de la vista don Alejandro continúa fabricando los instrumentos que han llegado hasta Estados Unidos.

“Viene gente aquí a pedirlos, hace días vinieron del lado de Guayparín. Más o menos tardo tres meses en terminarlas porque me canso, es que todo se hace a mano”, señaló. “Yo hago cada parte del arpa, nada se compra hecho, todas las arpas que ven en esta región en las fiestas son hechas por mis manos, llevo más de 500”, mencionó orgulloso.

Ante la muerte de su padre, Robles Valenzuela, quien tenía apenas 11 años decidió venir a este pueblo con su madre; y fue en Huirachaca donde al cumplir los 22 años contrajo matrimonio y formó una familia de cinco hijos.

Las desgracias para el artesano no terminaron con la muerte de su padre, pues uno de sus hijos de 8 años falleció de neumonía y otro más de 1 año le siguió los pasos al no existir en ese tiempo servicios médicos.

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Para ese intenso dolor, la única cura fue la música que tanto amaba y la cual escuchaba horas y horas, hasta que un día al no contar con su propio instrumento decidió crear uno.

Proceso…

A la sombra de un mezquite en la comunidad de aproximadamente 120 habitantes; Alejandro ha hecho más de 500 arpas con maderas finas, mismas que batalla para conseguir, pero que son el mejor material para crear este instrumento musical.

Sólo o acompañado por su hijo Rodolfo de 58 años, comienza a formar primero la cabeza del arpa, después arranca con la parte de abajo que es la que sostiene todo el instrumento (patas). Luego, comienza a darle forma al cuerpo, avances que se llevan alrededor de un mes por el tallado, curación de la madera y cepillado.

“Ensamblo el cuerpo del arpa en la cabeza y patas y comienzo a darle forma, voy cociendo y clavando las partes muy bien para que no se despeguen, le meto también cuñas y pegamento, ya que se seca, hago la tapa, y después viene lo más difícil que es donde se afina el arpa y las cuerdas”, explicó.

El área donde se afinan las arpas es lo que más tiempo lleva, dijo, ya que de no quedar bien el instrumento no podrá cumplir su misión de llevar un buen son a los rincones de Sonora y el mundo.

Su sabiduría…

Entre nervios y sonrisas, don Alejandro recordó sus andares en la música, tiempo que para él fueron magníficos, tanto que aún disfruta tocar bajo ese mezquite con cualquier instrumento, esos que aprendió con sólo escuchar la música tradicional del Mayo y esos sones que hoy le hacen regresar al pasado para traer recuerdos bonitos.

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“Era pura música tradicional en las fiestas de los santos, íbamos a muchos pueblos, todos querían que les tocáramos de gratis y no se podía, también toque en un mariachi un tiempo. Yo se tocar todos los instrumentos y jamás me enseñaron, yo solito aprendí con escuchar y ver”, platicó.

Tanto sus recuerdos como sus conocimientos serán heredados al único hijo que decidió seguir los pasos de su padre, y no convertirse en maestro como sus hermanos.

De esa forma, comentó, el amor por la música y su don artesanal no morirá con la partida que algún día ha de emprender hacia el lugar donde descansan sus padres y esposa.