Por: Miguel Ángel.
Wyoming, MI. – SALUDOS informados amigos… Dicen que era uno de los mejores luchadores de los pesos pesados del mundo, tanto así que llegó a ganar el campeonato mundial de la categoría de la American Wrestling Association y se convirtió en todo un imán de taquilla en los años 40. Arriba del ring no era rudo, ¡era rudísimo! y los aficionados gozaban al verlo luchar porque uno de sus “encantos” era acabar con sus rivales con el “abrazo del oso”. No era cualquier luchador, era, además de atleta, actor, poeta; y por si fuera poco dominaba ¡catorce idiomas!
Este personaje se llamaba Maurice Tillet, nació en el año 1903 en Francia, fue educado en los mejores colegios galos, su vida transcurría normal hasta que cumplió los dieciséis años de edad, y fue entonces cuando el destino le tenía preparada una sorpresa tan grande, difícil de entender y que le daría un giro de 180 grados a su vida.
El muchacho al pasar su adolescencia desarrolló una enfermedad llamada acromegalia, que lleva a la alteración de la producción de la hormona de crecimiento, y hace que los huesos de la cabeza crezcan de una manera desproporcionada. El cuerpo se deforma físicamente, teniendo múltiples consecuencias, entre ellas graves problemas cardiacos, renales, en fin. Debido a los cambios en su cuerpo y al no poder cumplir su sueño de ser actor, probó en varias ocupaciones: el rugby fue una de ellas.
Al deporte ya lo traía en la sangre como un elemento de liberación a la presión que sentía por su físico. Fue así como llegó a la Marina Mercante Francesa en donde estuvo 5 años y fue cuando conoció al luchador profesional Karl Pojello, con quien además de tener una gran amistad, se convirtió en su gran entrenador y en la persona que le despertó la pasión por la Lucha Libre, la cual Maurice Tillet abrazaría profesionalmente.
Ya en el fascinante mundo del pancracio, y por su aspecto monumental, Tillet empezó a darse a conocer como “el monstruo ogro del cuadrilátero”, de inmediato empezó a ganar fama, hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial y tuvo que mudarse a Estados Unidos para seguir con su carrera. El “Ángel Francés” como se le conoció en esa nación, venció al gran Steve Casey, para ser campeón mundial, alcanzar la fama y el reconocimiento internacional; fueron 20 años como luchador hasta que se agudizaron las consecuencias de su enfermedad degenerativa que lo llevaron a la muerte en 1954, paradójicamente, justo doce horas después de que su gran amigo y entrenador Karl Pojello muriera en una habitación contigua.
Hoy, se sabe que aquel “ogro del cuadrilátero” fue la gran inspiración para dibujar a “Shrek” y llevarlo al cine, situación que Tillet incluso hubiera querido personificar para cumplir su sueño de ser actor. Los creadores del ogro nunca han reconocido que se inspiraron en él para crear al personaje verde del pantano, pero ni falta hace, porque el gran cariño del público hacia “Shrek” seguramente es porque dentro del ogro vive Maurice Tillet, un extraordinario luchador en todos los sentidos y un hombre que aún con los obstáculos de la vida, supo sacarle provecho y arrebatarle el triunfo.
Nos leemos el próximo domingo y recuerden: “Haz el bien y no mires a quien”.