Editorial por Luis Molina
La violencia en Grand Rapids y sus alrededores no tiene fin, al contrario, parece que va de mal en peor ya que cada vez matan a más personas. No importa si es a tiros o con arma blanca los acontecimientos violentos están a la orden del día y no solo en Grand Rapids sino también en sus alrededores, en ciudades como Kentwood, Wyoming, Kalamazoo y demás.
Muchas veces no nos ponemos a pensar que estamos poniendo en tela de juicio el futuro de las nuevas generaciones y la culpa la tienen los padres por no educarlos desde pequeños a valorar la vida y aprender a resolver los conflictos de manera pacífica.
No, al contrario, se les enseña desde pequeños a convivir con armas en sus hogares, a no tener el más mínimo de valor por la vida y que si hay algún problema lo más fácil es sacar las armas y abrir fuego contra alguien o simplemente apuñalarlo.
Esto es un cáncer que está presente en la comunidad, y es un cáncer porque está invadiendo a los jóvenes, es como una manzana podrida, déjala en la reja y te va a podrir a las demás. Entonces pon a un joven en el camino de las armas y tarde que temprano va a matar a alguien.
Las personas no quieren hacer caso, prefieren arreglar sus conflictos a la mala y bajo la vía más fácil, pero esto no es lo correcto. Dejan a familias enteras sufriendo y en muchas ocasiones sedientas de venganza y se las cobran más adelante.
Lo primero que debemos hacer es educar a nuestros hijos en valores, sobre todo, el respeto y amor por la vida, ya que no se puede andar por la vida matando nomas por matar.
