El hallazgo fue realizado por un niño de 10 años, que se encontraba con otros niños junto al agua en la ciudad de Nakhon Si Thammarat, cuando sintió un fuerte olor nauseabundo que lo llevó hasta una bolsa negra. Al acercarse, vio que en su interior estaba el cuerpo de un bebé envuelto en una toalla, por lo que inmediatamente reporto el hallazgo a las autoridades.
Al examinar el cadáver, médicos y funcionarios policiales comprobaron que había sido mordido, al parecer por lagartos, y que le faltaban los órganos. Además, estimaron que llevaba entre uno y dos días sin vida. De inmediato fue trasladado para la realización de la autopsia y para tomarle muestras de ADN con las que intentar localizar a la familia.
Con los estudios esperan determinar si estaba con vida o muerto cuando fue comido por los reptiles.
Asimismo, los investigadores comenzaron a analizar las imágenes tomadas por las cámaras de la zona para tratar de «identificar a la madre y arrestarla inmediatamente», afirmó el coronel de la Policía.