Editorial por Luis Molina
Desde tender las camas en hoteles de todo Estados Unidos, recolectar naranjas en Florida, piscar fresas en California y vegetales en Ohio. Trabajar en la soldadura y construcción en Texas o Nevada, construir nuevas subdivisiones en Phoenix, Atlanta y Charlotte, y muchas cosas más, es el trabajo que realizan muchos de los indocumentados que van a EEUU en búsqueda de un mejor futuro y que son pocos los nativos del país que lo hacen simplemente por ser duro y difícil de hacer.
Desde hace mucho tiempo se ha hablado de detener el flujo de trabajadores sin documentos. No obstante, la economía desde hace mucho depende de los inmigrantes indocumentados que viven y trabajan en la nación norteamericana; ponerle fin a este tipo de inmigración, según muchos estudiosos del tema, podría provocar la pérdida de empleos en general, el cierre de algunas empresas y la contracción de la economía estadounidense.
En años recientes, la seguridad fronteriza se ha vuelto una cuestión mucho más estricta, mientras que una economía más fuerte ha reducido el desempleo. Muchos empleadores, en especial los que ofrecen trabajos con salarios bajos, afirman que no tienen muchas opciones además de contratar trabajadores sin documentos legales.
Lo cual ha obligado a muchos trabajadores no autorizados que se encuentran por todo el país a presentar green cards y tarjetas de seguridad social falsificadas para obtener el empleo y a los empleadores a contratar a los indocumentados sabiendo que los papeles son falsos.
Los inmigrantes no autorizados desempeñan empleos que requieren poca preparación, como la agricultura, la construcción y el cuidado infantil, entre otros. Y lo hacen porque, con frecuencia, a los patrones les resulta difícil cubrir estas vacantes con ciudadanos estadounidenses.
Y los salarios no son el principal problema, el problema es que no hay suficientes estadounidenses dispuestos a aceptar trabajos de obreros y que impliquen un esfuerzo físico desgastante.
Y no quiero generalizar pero son contados las personas de ojos verdes y azules que realizan trabajos duros como por citar un ejemplo la pizca de la manzana en Michigan.
De hecho si hay ciudadanos estadounidenses con un empleo con un salario bajo, pero lo prefieren por ejemplo dentro de un centro de distribución bajo aire acondicionado o calefacción en vez de instalar tejas en los techos, o quemarse bajo el sol y partirse las manos en los campos y la agricultura.
En pocas palabras los inmigrantes hacen el trabajo que los norteamericanos no quieren hacer y aun así siguen siendo discriminados por estar en un país que no es el suyo, pero para el que realizan los trabajos más difíciles.