Washington, 3 oct (ELINFORMADORUSA/EFE).-
Con pancartas, música y camisetas reivindicativas, una marea de miles de mujeres se echó a la calle este sábado en diferentes ciudades de Estados Unidos para clamar contra las leyes que estados conservadores como Texas han aprobado para restringir el aborto, legal desde 1973.
Los organizadores anunciaron más de 600 marchas en todo Estados Unidos y esperaban que, al menos, 10.000 personas acudieran a la protesta principal en Washington.
A la marcha en la capital llegaron manifestantes de todos los rincones del país, incluida una comitiva de unas veinte jóvenes con una pancarta de los colores azul, rojo y blanco de la bandera de Texas y un mensaje: «¡No te metas con las mujeres de Texas!»
Todas protestaban contra la ley que ese estado aprobó hace un mes y que prácticamente acaba con el derecho al aborto al prohibir esa intervención a las seis semanas de gestación, cuando se puede detectar el latido del corazón del feto, aunque muchas madres ni siquiera saben si están embarazadas.
Entre las jóvenes manifestantes estaba la hispana Zaida Carballo, de 21 años, originaria de la ciudad fronteriza de McAllen, y que cree que las mujeres deben tener derecho a un aborto seguro, además de considerar que se trata una decisión sobre su propio cuerpo en la que «nadie» debería intervenir.
Pese a sus creencias, tuvo dudas sobre si acudir a la marcha porque creció en una familia católica y conservadora, en la que hablar de los derechos reproductivos de la mujer era un tema «tabú».
«ESCALOFRÍOS EN TODO EL CUERPO»
«Pero, estar aquí ahora es algo sobrecogedor -dijo con los ojos muy abiertos y una sonrisa.- Tener aquí a toda esta gente que está luchando por un derecho de una manera tan valiente, me produce escalofríos en todo el cuerpo».
Sus padres, sin embargo, no saben que acudió a la marcha y espera que no la llamen por teléfono porque podrían oír los gritos, la música y las consignas que hacen retumbar la Plaza de la Libertad, donde comenzó la manifestación de Washington.
Allí, los organizadores montaron un escenario morado con el lema de «For Abortion Justice» (Por la justicia del aborto) y por donde desfilaron activistas como Alexis McGill Johnson, la presidenta de Planned Parenthood, que gestiona la mayor red de clínicas de salud sexual y reproductiva de Estados Unidos.
La marcha tenía como destino el Tribunal Supremo de EE.UU., donde los jueces conservadores tienen mayoría, por lo que algunos activistas temen que derogue el fallo «Roe versus Wade», que sirvió para legalizar el aborto en EE.UU. hasta los seis meses de gestación.
Muchas de las pancartas hacían referencia esa decisión judicial y al año en que fue emitida, 1973.
MIEDO A VOLVER A LOS ABORTOS EN CALLEJONES
Por ejemplo, había una pancarta con el mensaje «Entérate, no estamos en 1972. Y no vamos a volver atrás» y otra en la que una manifestante había cosido un salvavidas y escrito el nombre del celebre fallo, «Roe versus Wade».
Esa última pancarta pertenecía a Suzanne Summit, que tenía 28 años cuando el aborto se legalizó en EE.UU. y recuerda perfectamente los tiempos en las que las mujeres con recursos económicos viajaban a Europa para acceder ese procedimiento, mientras que las menos pudientes acudían a «clínicas en callejones».
«Yo no tuve que acudir al aborto, pero tengo amigas que sí, con médicos que eran más bien carniceros. Y me da miedo que vuelva todo eso, con mujeres que tienen recursos y que pueden abortar, mientras aquellas que son pobres o están atrapadas en estados conservadores no pueden. Y eso es un desastre», consideró.
En concreto, si se aboliera «Roe versus Wade», cada territorio de EE.UU. sería libre de prohibir o permitir el aborto a su antojo, y eso afectaría a unas 36 millones de mujeres en edad reproductiva que viven en estados conservadores, de acuerdo a un reciente informe de Planned Parenthood.
Mujeres como la afroamericana Sam Blakely, que puso fin a un embarazo en 2017 tras sobrevivir una violación y que ahora mismo tendría mucho más difícil abortar por una ley que aprobó hace dos años el estado de Alabama, donde vive, y que prácticamente prohíbe ese procedimiento.
«Es muy frustrante y todas estas leyes que están aprobando afectan de manera desproporcional a las mujeres de color, que tienen menos ingresos y que tradicionalmente han estado oprimidas», dijo Blakely a Efe.
De hecho, según datos centro de estudios Guttmacher, la mayoría de las mujeres que intentan interrumpir voluntariamente su embarazo cada año en Estados Unidos son pobres y pertenecen a minorías raciales.
La protesta de este sábado se produjo en el marco de la «Marcha de las Mujeres», que se ha celebrado de manera anual desde la investidura en 2017 del presidente de EE.UU., Donald Trump, quien apoyó la idea de castigar a las mujeres que tienen abortos y que colocó a jueves ultraconservadores en diferentes cortes del país.
Su sucesor, Joe Biden, que es católico, se ha comprometido a defender ese derecho y ha desafiado en los tribunales la ley de Texas.