Editorial por Luis Molina
Hay un dicho muy viejo que dice que no hay peor sordo que el que no quiere oír y esto significa que resultan inútiles las razones con que se intenta persuadir al que no quiere atender a las razones.
Y la realidad es que mucha gente no quiere entender, o más bien no quiere hacer caso, a pesar de que las cosas estén frente a sus ojos. Lo digo en el sentido de que esto pasó el martes de esta semana cuando un tornado aterrizó en el área de Kalamazoo y Portag
Ese mismo día se lanzó una alerta de tornado, misma que publicamos en nuestro Facebook de El Informador, lo que me causó asombro fue la cantidad de personas que se burlaron de esto incluso las bromas que hacían en los comentarios. A su vez hubo gente que hizo caso omiso de las advertencias y no se preparó y no salió de sus casas a pesar de que el tornado pasaría por esa área.
Horas más tarde el tornado había tocado tierra y dejó a cientos de personas sin techo, sin electricidad y prácticamente sin nada.
Ante esta situación queda una gran reflexión para todos aquellos que llegaron a burlarse, y es que las cosas jamás deben tomarse a juego, que los pronósticos están por algo y que aunque a veces esos pronósticos no se cumplen son con la finalidad para que la ciudadanía esté atenta y alerta de los posibles desastres que puedan llegar a suceder.
Es lamentable que las personas puedan si quiera burlarse de la desgracia ajena, más cuando aún no pasan las tragedias, de igual manera este tornado tomó por sorpresa a muchas personas las cuales hicieron caso omiso a las advertencias emitidas en todos los medios de comunicación.
Es de suma importancia estar alertas a las noticias, más en esta área donde sabemos que las probabilidades de un tornado o una tormenta son grandes.
El escepticismo no es un buen consejero, mucha gente pudo haber perdido la vida en este desastre natural, no debemos ser apáticos ante las advertencias y mesos hacernos de oídos sordos, jamás debemos escatimar los recursos y sobretodo las advertencias cuando se trata de cuidar la propia vida y la de los demás.
Sin duda, muchos no hacen caso hasta que ven la tormenta encima, cuando poco se puede hacer y los resultados son a veces trágicos, porque las casas, los autos y las propiedades se pueden recuperar pero una vida jamás.