Opinión por Héctor Loya
Mucha polémica se ha vivido en últimos días a muy poco del regreso a clases en el país de México y es que se ha politizado mucho los nuevos libros de texto los cuales aún ni salen y ya son odiados por muchos en su disque nueva terminología inclusiva.
De un lado a otro se lanzan ataques, más que argumentos y propuestas de cambio para mejorar el contenido de los materiales educativos. Los nuevos textos sirven a los grupos políticos como pretextos para justificar intereses y llevar agua a su molino.
Sin conocer el contenido de los libros, o conociéndolos parcialmente, han salido supuestos defensores de los millones de menores que recibirán los volúmenes al iniciar el nuevo año escolar. Señalan los autoproclamados guardianes de la integridad de la niñez que las obras están orientadas ideológicamente por la filosofía y el modelo comunista de la 4T.
Al mismo tiempo se presentan como libres de intereses ideológicos porque lo suyo es velar por la pureza de lo que se transmite a niños en las aulas. Lo cierto es que el proceso para confeccionar los libros ha sido, innecesariamente, accidentado y falto de la transparencia debida. Es un aspecto débil y que deja al descubierto zonas vulnerables para el golpeteo de los grupos políticos a quienes lo que menos les importa es la niñez.
La cuestión no es, considero, si hay inclinaciones de cierto perfil en los libros de texto, sino agarrar de pretexto tal inclinación con el fin de separar consignas de valores pedagógicos válidos, y necesarios, para una sociedad crecientemente diversificada y no solo la mexicana, sino la mundial.
Y es que todos tenemos ideas y valores, desde los cuales miramos y construimos la realidad con las cuales deberíamos entender que los nuevos recursos escolares no son comunistas; tienen, eso sí, fundamentos filosóficos y pedagógicos distintos a los de la anterior generación y, como todo programa escolar educativo, puede ser analizado para localizar fortalezas y debilidades.
Para quienes valoran o critican el producto de la llamada Nueva Escuela Mexicana no todo es politiquería ni descalificaciones grotescas. La crítica, cuando también incluye la autocrítica, es, o debería ser, uno de los valores más preciados de la sociedad actual.