
Editorial por Luis Molina
Viajar a otro país, como Estados Unidos, implica mucho más que simplemente cambiar de entorno o idioma. Es, en esencia, representar a nuestra cultura, nuestros valores y, en cierto modo, a toda nuestra nación. Por eso, el comportamiento cuando uno no está en su país adquiere una importancia fundamental. No se trata solo de modales, sino de respeto, integración y responsabilidad.
Primero, es esencial comprender que cada país tiene normas sociales, costumbres y leyes diferentes. Lo que puede ser aceptable en casa podría considerarse grosero, inapropiado o incluso ilegal en Estados Unidos. Desde normas de tránsito hasta actitudes en espacios públicos, el desconocimiento o la indiferencia no son excusas válidas. Mostrar disposición para adaptarse, aprender y respetar es una forma de demostrar madurez y educación.
Segundo, nuestro comportamiento impacta directamente en la percepción que otros tienen de nuestra nacionalidad. Justo o no, los estereotipos se forman a partir de experiencias individuales. Un turista que grita, ensucia o actúa con prepotencia no será visto solo como un individuo, sino como “el extranjero que no sabe comportarse”. En cambio, una conducta respetuosa y considerada puede abrir puertas, generar empatía y romper prejuicios.
Además, vivir o visitar Estados Unidos implica formar parte de una sociedad diversa, donde la convivencia entre culturas es inevitable. En este contexto, la humildad y la apertura mental son claves. Adaptarse no significa renunciar a la identidad propia, sino encontrar formas respetuosas de convivir y enriquecerse mutuamente.
Por último, actuar correctamente en otro país también es un acto de autoprotección. Las consecuencias de una mala conducta pueden ir desde una mala experiencia hasta sanciones legales, deportaciones o la imposibilidad de regresar. Entender esto es vital para cualquier persona que desee aprovechar al máximo su experiencia en el extranjero.
En resumen, el comportamiento cuando uno no está en su país, especialmente en un lugar como Estados Unidos, es más que una cuestión de cortesía: es una responsabilidad personal y colectiva. Nos representa, nos define y, en muchos casos, determina las oportunidades que se nos abren o se nos cierran. Ser respetuosos, atentos y conscientes no solo habla bien de nosotros, también honra a quienes nos enseñaron a ser quienes somos.





































