Por María G. Erazo Luna
¿Qué hacemos con aquella parte incómoda de nuestras vidas donde las cosas no nos resultaron como queríamos? Más de una vez nos ha pasado que hemos planeado algo, incluso nos hemos preparado, lo hemos hecho con pasión, nos hemos entregado y aun así fallamos o fracasamos. Después del fracaso existen dos tipos de personas: los que se definen ante ello y los que se levantan y siguen intentando. ¿Cuál te consideras tú?
La perspectiva es crucial para este tipo de evento. En otras palabras, como vemos el fracaso nos puede ayudar o desanimar. Debemos aprender a levantarnos después de un fracaso, pero aún más allá de esto, lo importante es aprender la lección que nos hizo caer. Bill Gates decía, “Está bien celebrar el éxito, pero es más importante prestar atención a las lecciones del fracaso.”
A muchas personas se les dificulta hablar del fracaso porque piensan que esto los define. Esconden sus fallas porque estas son más grandes que sus logros y lo que los demás digan parece importarles mucho. No importa cuántas veces hayas caído, lo importante es prestar atención a lo que la caída te enseñó y seguir hacia adelante.
Los mil intentos fallidos no detuvieron a Tomas Alva Edison; había más de 300 teorías para un solo producto. Parece ilógico, y creo que, si Edison hubiera vivido en nuestros tiempos, lo hubiéramos catalogado como “fracasado”. Sin embargo, se trata de cómo respondemos ante estas circunstancias. Edison dijo, “No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos.»
Y tú, ¿que haces con los intentos fallidos?
