Editorial por Luis Molina
La semana pasada me tocó visitar uno de los muchos y buenos restaurantes de la localidad y la comida fue una delicia como dicen en mi tierra: ‘Estaba para chuparse los dedos’.
Durante mi comida, como siempre, a uno le gusta observar a la gente que está al lado y no es por ser juzgón sino porque es algo innato que todos hacemos.
Una familia hispana de seis integrantes fue la que más saltó a mis ojos y no por lo que comieron sino por el tiradero que dejaron tanto en la mesa como la cantidad de comida que regaron los niños en el piso.
Al retirarse dicha familia no me quedé con la curiosidad y me paré a preguntarle a la mesera cuanto le habían dejado de propina, su respuesta fue: “Nada señor Molina”, lo cual no solo se me hace un mal gesto sino una vergüenza de parte de esta familia.
Sin duda no por algo cuando un hispano llega a un restaurante nos hacen caras y como dicen pagan justos por pecadores. Esto no es solo una mala fama que tenemos sino es una práctica que muchos no dejan un solo centavo de propina.
Es lamentable como muchos hispanos y no podemos generalizar pero en su mayoría no dejan propina al momento que van a comer a los restaurantes. En mi opinión personal yo pienso que esas personas no deberían salir a comer a los restaurantes.
Por otra parte, es verdad que la propina se la gana la mesera pero en la mayoría de los casos no atienden bien porque ya saben que los latinos en su mayoría son desconsiderados y a la hora de pagar las propinas brillan por su ausencia.
Mientras sean peras o manzanas eso se seguirá repitiendo porque es algo que para cambiarle la mente a la gente creo que ni volviendo a nacer lo harán.
