Editorial por Luis Molina
A 11 meses de autorizada la primera vacuna contra Covid-19, y menos de un año de datos sobre efectos adversos en adultos, se empieza a vacunar a menores, aun teniendo riesgos entre este rango de edades de contagiarse por Covid-19.
En Estados Unidos el 0.07 por ciento de las hospitalizaciones por Covid-19 fueron niños de 5 a 11 años, y su supervivencia fue de 99.9 por ciento.
La FDA autorizó la vacuna Pfizer para niños de 5 a 11 años de edad y en la semana al fin comenzó la vacunación, pero con una clara renuencia por parte de algunos padres de familia que ni ellos se han vacunado ni tampoco piensan vacunar a sus pequeños.
Hay renuencia a la vacunación de niños, y hay médicos expertos, sin conflictos de intereses, que consideran que el riesgo de vacunar a niños y adolescentes no supera el beneficio potencial.
¿Podrá decirse lo mismo de los que abogan por la vacunación en estos grupos de edad? Si éstos se equivocan, las consecuencias pueden ser muy graves. ¿Qué estamos hacienda entonces?
La cuestión aquí es que ni los científicos, ni los doctores, ni los medios de comunicación van a convencer a nadie de que se vacunen, la decisión es propia y sobre sus hijos.
Nadie va a obligarte a ponerle la vacuna a tus hijos, solo tú tomarás la decisión de inmunizarlos o no contra un virus que ya ha demostrado ser peligroso ante los pequeños que por más fuerte sistema inmune que tengan se han enfermado.
Realmente esta pandemia terminará cuando nosotros queramos, cuando tomemos la decisión de vacunarnos, vacunar a nuestros hijos y que las poblaciones más vulnerables tengan acceso a ellas.
