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La ilusión de las redes sociales

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Opinión por Héctor Loya

No hay que ser un genio para darse cuenta del impacto trascendental que las redes sociales tienen en el mundo contemporáneo. En poco más de una década de existencia, estos espacios virtuales han pasado de ser una excentricidad juvenil y una herramienta útil para contactar a viejos amigos, a ser el lugar por excelencia donde ocurren transacciones de todo tipo: desde compras y ventas de productos, y publicaciones de anuncios de bienes y servicios, hasta el enamoramiento y la difusión de contenidos personales.

En un principio, no habría nada de qué preocuparse, de hecho, las redes sociales han tenido un brillante impacto ya que permiten el surgimiento de nuevas formas de intercambio de ideas, nuevos modos de democratización del saber y nuevas formas de protesta y presión, cuyos impactos en la sociedad están apenas comenzando a apreciarse recientemente.

Y este artículo no se trata de un llamado a temerles a las redes sociales. Pero sí, lo cual es distinto, el de mostrándonos, supuestamente, la realidad.

Y la realidad es que cada vez un mayor número de usuarios activos de las redes sociales evidencia síntomas depresivos o de insatisfacción: las redes sociales operan en base al deseo y el objeto deseado es una vida ficticia, vendida como real. Y eso no ocurre únicamente con los influencers que, a fin de cuentas, son actores, y que crean contenido que tratan de capturar nuestro interés: lo que vemos de los demás, de nuestros amigos y de nuestros conocidos no es más que un recorte conveniente de sus vidas porque nadie quiere mostrar al ojo morboso del gran público cuando le va mal, cuando se frustra o cuando la realidad lo decepciona.

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Las vidas perfectas, simplemente, no existen. Y si alguna nos parece peligrosamente cerca de la perfección, quizá sea porque tenemos puesto el filtro de cuento de hadas. Quizá, peor aún, lo haya activado un tercero por nosotros, a nuestras espaldas. Un tercero que se lucra con el intercambio de nuestra atención por insatisfacciones.