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El gran valor de la familia está en su capacidad de formar hogares

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Opinión por Héctor Loya

El gran valor de toda familia está en su capacidad de formar hogares que protegen a sus integrantes, hogares con cimientos fuertes donde se enseña, sus miembros comunican e internalizan valores, ideas, creencias, sentimientos y costumbres.

Desde que llegamos a este mundo, estamos rodeados de nuestra familia, ya sean padres, hermanos, abuelos, tíos, primos y demás familiares. La familia está en nuestras vidas aún antes de haber nacido y cuando somos bebés, niños, púber, adolescentes o adultos.

Están para alimentarnos, cuidarnos, ayudarnos, aconsejarnos, animarnos, y mucho más. La familia nos ayuda a formar nuestra personalidad, tomar decisiones, lograr estabilidad emocional, buscar nuevos horizontes. Nadie podría desarrollarse plenamente sin el apoyo incondicional de la familia.

Las familias, en cualquiera de sus estructuras actuales, son espacios primordiales, ya que constituyen la base en la construcción de la identidad, la autoestima y los esquemas de convivencia social; es el espacio donde las personas comienzan a descubrir el mundo, a relacionarse, e interactuar con el entorno y a desarrollarse como personas sociales.

Por esa razón, las familias deben promover el desarrollo y la educación de todos sus integrantes, con una formación en valores que les permita respetar las diferencias en su proceso de crecimiento. De este modo, podrán convertirse en personas adultas que tengan los recursos, habilidades y valores necesarios que les permita enfrentar con éxito los retos de la vida.

El gran valor de toda familia está en su capacidad de formar hogares que protegen a sus integrantes, hogares con cimientos fuertes donde se enseña, sus miembros comunican e internalizan valores, ideas, creencias, sentimientos y costumbres.

Los valores que deben desarrollarse en la familia son el amor hacia las niñas, niños y adolescentes, el respeto como personas únicas e irrepetibles y con derechos, a quienes se les da un trato digno y se acompaña en su desarrollo físico, emocional, psicológico y social, bases para que construyan sus propios caminos con seguridad, confianza y certeza.

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Las familias son el espacio en donde niñas, niños y adolescentes, durante su proceso de crecimiento, desarrollan la capacidad de mirarse, la confianza en sí mismos y en el entorno; ponderar sus logros, entienden el sentimiento de competencia, las estrategias para afrontar y resolver los problemas, aprenden a regular sus impulsos y emociones, y a confiar en las decisiones que tomen en la vida con sus riesgos y consecuencias; pero, sobre todo, aprenden a sobreponerse y recuperarse de una crisis o situación adversa.

Por esto y muchas cosas más la familia es y debe ser el núcleo y pilar primordial de una sociedad.