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Caminar con zapatillas sin agujetas, símbolo del sufrimiento del migrante

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Tucson (AZ), 24 dic (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
as agujetas de las zapatillas deportivas se han convertido en un símbolo del sufrimiento de los inmigrantes indocumentados y su falta en una señal para todos aquellos que quieren aprovecharse de su desesperación.

Además del «sueño americano», cuando son detenidos en la frontera, los indocumentados pierden las «agujetas», pues los agentes migratorios de EE.UU. se los quitan para evitar que se autolesionen y cuando son devueltos a México llevan por ese motivo los zapatos sin amarrar, lo que los hace fácilmente reconocibles.

«Además de que es difícil caminar sin las agujetas, te hace sentir mal, es como si quisieran avergonzarte», dice a Efe el guatemalteco Celso López.

Las zapatillas de color azul de López muestran lo duro que ha sido su recorrido, lo mucho que ha tenido que recorrer en estos últimos tres meses.

Están gastadas, sucias de tierra y tienen unos cuantos agujeros, pero además no tienen cordones. El «migra», dice López, refiriéndose al agente fronterizo que lo detuvo, le pidió que se los quitara.

Quienes caminan sin agujetas son un blanco fácil para los traficantes de humanos y los cárteles del narcotráfico, porque equivale a no tener contactos ni soporte en las a menudo peligrosas ciudades fronterizas de México y los Estados Unidos.

La esposa y los dos hijos de López lo esperan en Las Vegas (Nevada), según cuenta este inmigrante, quien fue testigo en México de cómo un grupo de jóvenes golpeaban a un migrante solo para arrebatarle una bolsa con naranjas que alguien le había regalado.

«Hay muchos riesgos, te asaltan, inclusive corres el riesgo de que te secuestren, creen que porque tienes un familiar en los Estados Unidos, ellos van a pagar mucho dinero por ti», subrayó.

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López ansía poder reemplazar cuanto antes su calzado, pero entre tanto la imagen de un par de «agujetas» se ha convertido en el símbolo de la campaña «Lazos involuntarios» emprendida por una treintena de albergues que en conjunto brindaron ayuda a más de 320.000 migrantes en 2019 en ambos lados de la frontera.

El objetivo de esta campaña es denunciar el peligro que corren a diario los inmigrantes a los que se les aplica el Protocolo de Protección Migrante (MPP), más conocido como «Quédate en México».

En virtud de ese programa, que se inició a comienzos de año, se envía a los indocumentados a México para que esperen allí mientras avanza su caso de petición de asilo. Ya son cerca de 50.000 los que aguardan en el país vecino, cada uno con una historia diferente, pero la gran mayoría con algo en común.

«(El crimen organizado) Sabe muy bien que si ven a una persona caminando sin agujetas es porque la acaban de deportar», dice a Efe Katie Sharar, vocera de la Iniciativa Kino Para la Frontera, organización que asiste a migrantes en la Nogales estadounidense y la mexicana.

Estos miedos no son infundados, de acuerdo a un reporte dado a conocer a principios de este mes por Human Rights First.

La organización de derechos humanos ha documentado 636 casos de secuestro, tortura, violación, asalto y otros ataques violentos en contra de migrantes que solicitaron asilo político en los EE.UU. y fueron llevados a México siguiendo el protocolo.

De acuerdo esta organización, por los menos 138 de estos casos corresponden a secuestros o intento de secuestro de menores de edad.

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Los representantes de albergues piden a la ciudadanía que en estas fiestas entreguen sus regalos navideños amarrados con agujetas y una tarjeta donde explique la razón y el impacto que está teniendo MPP en todas estas familias.

Teresa Cavendish, representante del albergue Casa Alitas en Tucson (Arizona), explica a Efe que los 636 casos de ataques violentos en contra de solicitantes de asilo es solo la punta del iceberg de una situación mucho peor, porque los inmigrantes «desgraciadamente» no suelen reportar estos abusos y extorsiones.

A principios de este mes el MPP se extendió al puerto de entrada en Nogales (Arizona), desde donde los indocumentados son llevados en autobús a El Paso (Texas) y luego a Ciudad Juárez (México).

Con esta campaña los albergues también buscan enviar el mensaje de que estos recintos siguen disponibles para brindar ayuda a todos los migrantes que llegan a sus puertas.

Cavendish explica que todavía llegan a Casa Alitas entre 20 y 100 personas al día.

Por ahora, parece que el protocolo no se está aplicando a familias con niños menores de un año, mujeres embarazadas y personas con enfermedades serias, así como a mexicanos solicitantes de asilo que demuestran el llamado «miedo creíble» a regresar a su país a los agentes migratorios que los atienden.

Los albergues de esta zona fronteriza también han solicitado a los miembros de la comunidad que contacten a sus congresistas y senadores en Washington para que luchen para detener el MPP.