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Nos queda claro y sin remedio que sin celular es un mundo imposible

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Editorial por Luis Molina

¿Dormiría usted con un horno de microondas junto a su almohada o lo pondría sobre la cama para tenerlo abrazado y pegado a su oído? ¿sería capaz de ponerlo en el buró al lado de su cama o pegar la oreja durante horas mientras está funcionando? No sería esto como dormir con el enemigo, pero si puede dormir con otro aparato con un alto riesgo por las radiaciones que emiten cerca de su almohada y de sus cerebros.

Son muchos los que siguen durmiendo con los teléfonos celulares a su lado cuando pueden ser considerados como probables carcinógenos para los seres humanos cuando los tenemos tan cerca del cerebro.

Nos queda claro y sin remedio que sin celular es un mundo imposible. No podemos concebir otro tipo de vida sin un teléfono celular. Estamos condenados a ser esclavos de un dispositivo, un pequeño robot o una herramienta que ha resultado más inteligente que nosotros porque nos domina.

El smartphone tiene vida propia, y le cargamos de energía para que las 24 horas esté emitiendo radiaciones, aunque a veces, esas radiaciones nos pueden dañar.

Las nuevas prioridades o pendientes de la vida son no quedarnos sin batería, que no se nos acabe el saldo, que no se nos sature la memoria o que no tengamos señal.

Otro serio problema es quedarnos dormidos con la televisión encendida porque modifica el descanso del cerebro al recibir estimulación durante el sueño. Hay confusión en el cerebro porque su programación de la noche es interrumpida por potentes luces de la pantalla del televisor y se manifiesta con pérdida del sueño, depresión y cansancio durante el día. El otro riesgo es la disminución de producción de melatonina que es la hormona del sueño.

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Son los problemas que conllevan las tecnologías nuevas. Un mundo de pantallas necesariamente impacta en el cerebro. Sin generar alarma, pero sí preocupación con los celulares que generan radiaciones en el rango de las ondas de radiofrecuencia y son como hornos de microondas de muy baja potencia que a corto plazo las radiaciones son inofensivas, pero a largo plazo pueden ser distintas. La radiación que procede de un teléfono celular es del tipo no-ionizante y se encuentra en el rango de las ondas de radiofrecuencia.

Sin embargo, el uso excesivo, permanente y cercano del celular genera preocupación. Por ejemplo, muchas mujeres se cuelgan el celular del cuello como si fuera collar para no extraviarlo y resulta que las radiaciones que está generando están prácticamente sobre los pechos. Hay hombres que guardan su celular en la bolsa delantera del pantalón a unos cuantos centímetros de los testículos.

Otra práctica sumamente peligrosa es cargar la pila del celular en la mesita de noche a nuestro lado. La regla es que el celular se debe estar cargando en otra habitación de donde dormimos para evitar las radiaciones tan cercanas.

Sin falsas alarmas, las grandes empresas de la telefonía celular descalifican la posibilidad de que estos aparatos desarrollen tumores cancerígenos por las radiaciones que emiten, pero extrañamente dan por válidas algunas “recomendaciones” como ser cauto y moderado en el tiempo que se usa el celular.

Recomiendan, de preferencia, usar el teléfono en altavoz o recurrir al “manos libres” para evitar el menor contacto del aparato con la cabeza. Aceptan que hay que tratar de tener más distante el celular del cerebro.

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El factor de la cantidad de tráfico de señales de telefonía celular es otro elemento de riesgo porque se requiere más energía para obtener la señal adecuada.

Recomiendan llamadas más cortas porque hay personas que pueden durar horas, sí horas y horas, con el teléfono pegado a la oreja que hasta les suda el pabellón y se tuercen el cuello. Si se tiene un teléfono fijo a la mano es mejor usarlo porque estos no generan radiaciones. Los audífonos con cable son otro remedio para evitar la cercanía del aparato con la cabeza.

  Y como siempre los estudios indican que el uso de celulares no causa cáncer de encéfalo ni de otros tipos en las personas, pero también recomiendan disminuir la exposición a la radiación por radiofrecuencia al utilizar los teléfonos celulares. Tales efectos se reflejarán a largo plazo.

Por lo pronto deje de dormir con el teléfono a su lado. Está exponiendo a su cerebro a radiaciones. Cargue su celular en otra habitación donde no duerma.  Disminuya las llamadas poniendo el teléfono en la oreja y use más los textos. Use el altavoz para retirar el teléfono de la cabeza.